Para expresar nuestra forma de vida Teatro (‘bar’ en ‘Sonora Roberto Corella Aislamiento. El desierto en su esplendor. ¿Quién está escribiendo teatro en el norte? ¿Dónde se publica? ¿Dónde se compra? Sabemos de Sonora; sabemos un poco de Sinaloa, de la Baja y de Chihuahua. ¿Un poco? ¡Muy poco! ¿Temas? La soledad, el desarraigo, las injusticias, la frontera. Aquí empezamos mucho después que los del Centro y nos volcamos a la historia local, al suceso de ayer o antier, a tratar de rescatarnos, de sabernos, de encontrarnos. En Sonora escriben Sergio Galindo, Cutberto López, Ernesto García Núñez, Marcos González, Abigael Bohórquez (que volvió a escribir teatro luego de haberlo hecho en los años sesenta), Fortino Corral, Miguel Ortiz, Rafael Martínez y más. Aislamiento del centro. Aislamiento del norte. Aislamiento en la región. Gracias al error de diciembre, en 1995 se inicia el teatro – bar en Hermosillo. Sergio Galindo, apoyado por José Manuel Real Valencia, montó sus Güevos’ rancheros, que para estas fechas ya lleva más de 1200 representaciones. Algo inusitado por acá. Le siguen Se’ sopla’ mejor’ a’ los’ cuarenta, de Ernesto García Núñez, que en realidad se llama La’vida’empieza’a’los’cuarenta. Luego vienen Más sabe’el’viejo’por’diablo (Los’pajarracos) del mismo García; Don’Juan’Chilorio, versión libérrima del Tenorio; La’ santa’ de’ Navojoa (Un’ secuestrado’ con’ ganas) de Fortino Corral; Viva’ México’ca…rambas de Marcos González; Quechilontzin’stranger, de Abigael Bohórquez; Pa’cabarla’ de’amolar de Mario Galaz…. Y la lista sigue. El sonorense, reacio a involucrarse en el teatro, se interesa por el novedoso concepto del teatro en el bar y empezó a asistir. ¡Ah! Pero debía tener ciertas características: ser regional, hablar como los de acá, reírse de los de acá (aunque aquí también caben los de allá), decir tamañas palabrotas. Hilación de chistes, las más de las veces; adaptaciones a textos, recurso de muchos; anécdotas o sucesos (vividos o imaginados), también (con sabor de acá, desde luego). Ante una notable ausencia de apoyos oficiales al teatro, el bar se convirtió en un refugio natural para el teatrista. El teatro de sala desapareció (¿cuáles teatros? Sólo hay dos permanentemente ocupados en eventos x o y. ¿En qué condiciones?) Pronto empiezan las dificultades: la falta de creatividad o el miedo a probar con fórmulas novedosas; falta de atrevimiento para hacer una puesta distinta, con alta producción. Nos decimos profesionales, pero nos falta rigor, preparación, vuelo. Luego, la voracidad del empresario que –no conforme con el producto de la ventaf empieza a cobrar un porcentaje sobre las entradas; el alejamiento del espectador; los medios de comunicación que creen que están frente a la gallina de los huevos de oro y quieren su tajada; las autoridades que nunca han apoyado – al menos no lo suficientef y ahora también imponen reglas destinadas a cobrar hasta por el aire que se respira. El público se divide: quiere lo mismo, quiero reír sin tener que pensar; quiero creatividad: al ver una obra de bar ya las vi todas; si no es con fulanito, no voy; si no es en tal lugar, ¿cómo?, prefiero los tablefdances, el teatro ya pasó de moda y un etcétera más largo que la cuaresma. Y, efectivamente, el teatrofbar deja de ser visto como alternativa. Las producciones escasean, se refestrenan montajes que tuvieron cierto éxito, o bien se repiten fórmulas. También se voltea a otras ciudades y se hacen temporadas en Nogales, Ciudad Obregón, Guaymas, San Luis Río Colorado, Navojoa. Los pocos intentos de teatro de sala fracasan: no se ha logrado ampliar el abanico en lo que a público se refiere. Tenemos, sí, más actores, más fogueados, pero que ya saben lo que es cobrar por su trabajo y les cuesta hacer teatro de sala que no les garantiza remuneración económica.